época
Lanzarse al barro. Eso es lo que hicieron estos dos creadores. La una, fotógrafa, el otro, asesor gastronómico. Juntos, ampliaron inquietudes y fueron adquiriendo conocimientos en cerámica y puliendo su técnica entre la enseñanza oficial y autodidácticamente.
Estudiar, investigar, experimentar, desarrollar… Así fueron los primeros años hasta encontrar su lugar. Un lugar con pureza, color tierra, con ocres, cálidos y blancos. Esa es hoy la pieza que buscan y que encuentran. Perfectas rugosidades, acabados inacabados, naturalidad en el material y en la manufactura.
En 2019 empezaron a llegar los trabajos para diseñadores, marcas y clientes reconocidos, de aquí y de fuera. Y al poco, los reconocimientos.
Hoy, Sonia y Jaime, creadores de ‘época’ y guardianes de este taller abulense, ponen palabras a su vida y su obra:
Hola Sonia y Jaime. ¿En qué momento exacto decidisteis añadir la producción cerámica a vuestra vida?
Creemos que es posible dedicarte a varias cosas y enriquecerte con todas ellas. Lo que sucedió fue que llegó una nueva forma de expresión artística a nuestras vidas, sin irrumpir abruptamente sino creciendo de forma orgánica.
En 2016, comenzamos a trabajar con el barro por curiosidad. Ese primer contacto despertó algo más profundo: una necesidad creciente de dedicarle tiempo, atención y aprendizaje. Al final, el barro fue reclamando su lugar, y le abrimos espacio, movidos por las ganas de experimentar y descubrir todo lo que podía ofrecernos.
¿Qué os dicen las expresiones “sostenibilidad” y “respeto al planeta”?
Para nosotros, la sostenibilidad no es solo una cuestión de materiales o procesos, sino una forma de entender la vida. En un mundo que nos empuja hacia el crecimiento sin límites, nosotros optamos por el equilibrio. Creemos que «lo suficiente» también es una opción válida: vivir sin la necesidad de acumular más cosas, y encontrar tranquilidad en ese punto de equilibrio donde lo esencial basta para vivir en armonía.
Es desde esa perspectiva que concebimos nuestras piezas. Las creamos intencionadamente para durar en el tiempo, para que sean compañeras de vida y no objetos desechables. Este pensamiento, que rechaza la lógica del «usar y tirar», está ligado a nuestra visión de un mundo más sostenible.
¿Cómo surgió la idea de expandiros a Oriente?
Gilliam Space -una galería de Taiwán- nos contactó ofreciéndonos la oportunidad de tener un punto de venta físico. Es un sueño hecho realidad ver cómo nuestra obra llega tan lejos, y no podemos evitar sentirnos agradecidos por esta oportunidad.
La cerámica tiene una larga tradición en China, donde se aprecia la artesanía. Que nuestras piezas encuentren un lugar allí es algo que nos emociona y honra. Aunque tenemos tienda online, nada se compara con la conexión real que se establece al ver, tocar y experimentar nuestras piezas en persona.
¿Tenéis alguna afición fuera del trabajo?
Fuera de nuestras profesiones –que en realidad son una extensión de nuestras pasiones, y no sentimos la necesidad de escapar de lo que hacemos- lo que más disfrutamos es caminar por el bosque. Pasear sin prisa, sentarnos junto al río, en un tronco, y simplemente ver el tiempo pasar, siempre acompañados de nuestro perro Truffaut.
¿Utilizáis tecnología para crear vuestros diseños o piezas? ¿De qué tipo?
Durante el proceso de creación de nuestras piezas, el trabajo es 100% artesanal. El diseño sigue siendo manual, realizado con lápiz y papel, y el empaquetado de cada pieza es algo que cuidamos meticulosamente, ya que es nuestra forma de proteger y por ende honrar lo que hemos creado.
La tecnología, sin embargo, juega un papel crucial en otros procesos, como las cocciones, elevando las piezas a los 900ºC para el bizcochado y luego a 1250ºC para la cocción final. Y después, la fotografía, edición y gestión de nuestra tienda online, facilitando el contacto con una comunidad global. Así es como la tecnología se integra en nuestro proceso.
¿Por qué Ávila?
Por casualidad. No teníamos ninguna conexión familiar con esta ciudad. Llegamos aquí tras ver un anuncio de una casa en una página web. Desde entonces, Ávila se ha convertido en nuestro hogar.
Trabajáis juntos en un mismo espacio. Como artesanos, ¿Qué os aportáis el uno al otro?
Trabajamos en el mismo espacio, pero cada uno de nosotros tiene su propio enfoque y proyecto. La dinámica de compartir el taller nos permite tener la posibilidad de intercambiar ideas. A menudo estamos inmersos en tareas diferentes, pero siempre pedimos la opinión del otro, lo que mejora nuestro proceso creativo.
¿Qué sentís cuando os llega un reconocimiento?
Cuando nos llega un premio, lo primero que sentimos es una profunda gratitud. Nos indica que nuestro trabajo tiene un impacto y es apreciado, y parte de la razón que nos motiva a seguir adelante. Como seres humanos, todos buscamos la aceptación de alguna manera; es una necesidad natural que nos impulsa a continuar creando y a ser parte de una comunidad. Este tipo de reconocimiento actúa como una gasolina emocional, dándonos la confianza de que lo que estamos haciendo tiene un propósito y conecta con los demás. Nos hace sentir más seguros de nuestra intuición y nos empuja a seguir explorando y evolucionando.
Entre Madrid y Ávila, ¿tenéis algún rincón favorito donde perderos y desconectar?
Tenemos muchos lugares que nos apasionan, entre Ávila y Madrid, pero si hay uno que realmente nos conecta, ese es San Lorenzo de El Escorial. Ha sido nuestro hogar durante muchos años, y es allí donde tenemos parte de nuestra familia. Es un lugar muy especial donde tenemos muchos de nuestros recuerdos y vivencias más queridas.
¿Cómo se diseña una vajilla para un restaurante con estrella Michelín?
Eso requiere un enfoque muy diferente al de nuestras piezas habituales. En este caso, la clave es la colaboración con el chef. Antes de empezar, nos gusta conocerlo, entender sus ideas, su historia y su visión culinaria. Jaime, que también es chef, tiene la capacidad de comprender este lenguaje y las necesidades específicas que surgen de la cocina.
Este proceso se convierte en un trabajo en equipo, en el que buscamos traducir las ideas del chef a una pieza única. Nos sentimos muy afortunados de poder trabajar junto a grandes creativos, como fue el caso de la colaboración con Carlos Casillas para Barro. Fue un proceso muy divertido, en el que exploramos ideas innovadoras, como platos que suenan, chimeneas humeantes o platos que son bosques. Es un verdadero placer cuando el equipo está lleno de creatividad y ganas de experimentar, y se da un espacio para que surjan ideas únicas e inusuales.
Nuestro anterior invitado, The Penrider, dejó esta pregunta para el siguiente: ¿Qué es lo que menos os gusta de vuestro trabajo?
Repetir una y otra vez las mismas piezas fue, al inicio de nuestro aprendizaje, una práctica esencial. Este ejercicio nos permitió perfeccionar la técnica y afianzar nuestra comprensión del material, algo que sigue siendo necesario incluso ahora para seguir creciendo. Sin embargo: no disfrutamos de esa repetición. Creemos que las piezas que nacen de manera única y espontánea poseen una autenticidad especial, una naturalidad que las hace inimitables. Las piezas únicas generan mayor emoción.
¿Nos podríais dejar una pregunta para el siguiente invitado?
Si, ¿Qué lugar ocupa la intuición en tu proceso creativo?