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David Rivas

Él es música. El mundo gira en torno a esta disciplina cuando nos referimos a este “artesano” del pentagrama. Docente, director, compositor, músico, jurado… Pero, es arduo trabajo también: cuando no está enseñando, está ampliando su catálogo de más de doscientas composiciones, grabando un disco, dirigiendo una banda -o varias el mismo día- tocando su saxofón, acariciando su piano, otorgando un premio o recibiéndolo él…

Es un buen obrero de la música, que los hay. Pensar, escribir y ejecutar el arte, con pasión infinita, mimo desmesurado y excesivo detallismo, dan como resultado una música ágil, melódica y armónicamente sencilla, muy descriptiva y atractiva para intérpretes y oyentes. Su pretensión no es solo su vanagloria artística, sino llegar a un nutrido grupo de músicos y agrupaciones que puedan disponer de sus composiciones para ejecutarlas. Divulgar música. De ahí que sus piezas se hayan interpretado y escuchado en teatros y auditorios de más de una veintena de países.

Hoy, el maestro Rivas, nos “dirige” unas palabras para contarnos más acerca de su melódica vida y obra:

Hola David. ¿Recuerdas la primera vez que sostuviste un instrumento con tus manos?

Hola. Primero, muchas gracias por pensar en mí y en mi trabajo.

Desde bien pequeño, con tres años, ya hacía de director con el palo de remover chocolate de mi abuela, o simulaba tocar los platillos con tapas de cazuelas. Parece ser que lo tenía claro. Mi primer contacto con instrumentos reales sería a los 11 años, con la percusión en la Banda La Lira de Toro, mi pueblo, y luego con el saxofón.

¿Tienes preferencia por alguna familia instrumental?

En su día escogí el saxofón como instrumento principal para realizar mis estudios en el conservatorio, pero he de confesar que el piano es mi debilidad. También el violonchelo.

Aunque yo sea más de viento-madera, me atrae mucho la percusión como grupo inabarcable y lleno de posibilidades, y la cuerda como gusto personal.

¿Cuántos kilómetros crees que haces anualmente con fines profesionales?

Viajar los fines de semana se ha convertido en una rutina más de mi vida. Uso el tren siempre que puedo para no acumular cansancio excesivo. No sé exactamente el número de kilómetros que recorro anualmente, pero, como dato, la compañía de ferrocarriles me proporcionó un extracto de mis viajes en 2023 y calculé cerca de quince mil kilómetros ese año. Añadiendo los viajes por carretera y los vuelos internacionales, la cifra se duplicaría, seguro.

¿Qué tiene de especial para ti una banda de música?

Es la agrupación donde muchos músicos nos hemos ‘criado’ y formado antes de realizar estudios superiores. En España hay más de seis mil bandas. Es lugar de encuentro, segunda familia para muchos integrantes, y además creo que la banda es más ecléctica, se acerca más a públicos amplios y conecta mejor con el sentir de pertenencia de un pueblo.

¿En qué parte de tu cotidianeidad profesional estás más cómodo?

Soy docente por vocación, me apasiona, desde niño lo tenía claro. La composición la descubro como afición para dar rienda suelta a mi creatividad, aunque se ha convertido en mi segundo trabajo. Soy muy afortunado porque puedo desarrollar mis dos pasiones: la enseñanza a jóvenes, que me hacen mantener los pies en la tierra, y la composición artística. Aunque me encanta estrenar obras y visitar bandas de música, reconozco que donde me encuentro más cómodo y donde disfruto de una manera excepcional es dando clase en el instituto y también durante el proceso creativo de una obra. Pasar semanas encerrado en mi estudio, sacando ideas y desarrollándolas sobre el papel es lo que más me hace disfrutar.

¿Qué opinas de la Inteligencia Artificial? ¿Ayuda al músico o lo relega a un segundo plano?

Está claro que esta tecnología ha llegado para quedarse y que facilitará la vida a la humanidad en muchos ámbitos, pero tengo claro que una inteligencia artificial jamás poseerá lo que para mí es de vital importancia en la música: alma, corazón. Es imposible alcanzar el grado emocional de un ser humano a la hora de componer, interpretar o dirigir.

¿Qué tipo de música escuchas cuando estás con amigos o en ambientes distendidos?

Variedad de estilos. Desde las bandas sonoras hasta el rock (baladas de Scorpions o Metallica). También Pop inglés y español o música New Age.

¿Tienes algún rincón favorito en Castilla y León o en España?

Tengo muchos. Creo que es importante hacer “nuestros” algunos lugares para desconectar del mundo y conversar con uno mismo. En Toro, de donde soy, tengo rincones que frecuento de forma solitaria. También me encanta el lago de Sanabria, Toledo, y disfrutar de mis sobrinos en Cantabria.

Como es habitual en glù, nuestros anteriores invitados, en este caso, Quesería Maín, dejaron una pregunta «a ciegas». Es esta: «Si pudieras hablar con alguien de tu mismo gremio, pero de hace trescientos años, ¿qué te gustaría que te contara?»

Alguien de hace casi tres siglos podría ser Mozart. Le pediría que me contara cómo se vería él después de este tiempo, y como se imaginaría que la sociedad y el mundo de la música lo verían con el paso de los años.

¿Cómo sientes el hecho de recibir un reconocimiento?

Los premios siempre los he vivido como motivación para seguir trabajando duro. A nadie le amarga un dulce, pero considero que los reconocimientos deben ser punto de inflexión, aprendizaje y motivación para ver que se va por el buen camino y que aún queda mucho por aprender y dar. El verdadero premio es poder escribir música y emocionar con ella a los espectadores.

La música es una de las “clásicas” siete Bellas Artes, pero ¿cómo podemos aplicar el vocablo “artesanía” en tu labor, tal y como lo entiende glù?

En música solemos ver solo lo artístico, lo que conecta con el público, y por eso se tiene la idea de que un músico es, ante todo, un artista. Pero yo creo que somos artesanos. Al menos ese es mi caso. Un intérprete o un director pasan toda su vida estudiando, depurando su técnica y tratando de conseguir un sonido o un estilo propio. Construir una pieza que tenga sentido a partir de los sonidos, moldearlos con mimo y poner al servicio de la música todas las herramientas a nuestro alcance. Todo a medida. Opino que la composición tiene un porcentaje de genio, de artista, pero un gran porcentaje de trabajo. De un trabajo artesano.

¿Hay alguna obra tuya a la que tengas especial cariño?

Es difícil elegir, pero en este caso, y gracias a que con ellas pude estrenar música en el Palau de la Música de Valencia, o me permitieron llegar a muchas bandas, diría que tengo especial aprecio a “Perdónalos”, “La ruta del Cid”, “Diego Pérez”, “Manuela Calzada” y “Los últimos días de Troya”.

¿Te puedo pedir que nos dejes una pregunta para el siguiente protagonista?

Si, ¿Cómo crees que puedes mejorar o alegrar la vida de la gente con tu trabajo diario?

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