Julia de Castro
Relata el dicho que hay personas que no son capaces hacer dos cosas a la vez, o al menos con resultados positivos… Pero en el caso de esta artista no hay proverbio que valga. Multidisciplinariedad es su ‘motto’. Carácter su herramienta. Pasión su vehículo. Impacto su objetivo.
Un día cualquiera, expresó “hasta luego” a la abulense muralla y marchó a cumplir su propósito. Ahora es licenciada en historia del arte, cantante, intérprete de violín, actriz de cine y series, colaboradora de radio, investigadora y cineasta tras la cámara, ‘’performer’ en cualquier proyecto que le atraiga… en definitiva, una “creativa total” de la escena, que, además de tocar muchos palos, lo hace con sentido, con meditada artesanía, con trabajo y mimo.
Hoy, sin guion ni escaleta, Julia de Castro, que siempre sonríe, nos hace espacio en su calendario y nos habla de su ajetreada vida y profesión:

Hola Julia, ¿Has tenido algún mentor que te haya marcado notablemente en tu carrera?
He tenido muchos y muchas. Mi interés y mis prácticas han ido evolucionando y esos mentores han ido cambiando. Carlota Ferrer fue muy importante. Primero asistí a su práctica teatral y luego manifesté mi deseo de trabajar con ella, hecho que se dio finalmente en una obra titulada Esto no es la casa de Bernarda Alba. Ahí aprendí mucho, no solo escénicamente sino de mí misma, y ella me llevaba a lugares de los que yo era inconsciente.
A nivel plástico, la artista alemana Anne Imhof es para mí una especie de mentora sin saberlo y sigo su trabajo muy a menudo. Y musicalmente Enrique Jimeno, compañero de la RESAD, y Jonathan Sánchez, que fue director creativo de muchas de las piezas que creé con De la Puríssima.
¿Cuál es tu plato o tu tipo de comida favorito?
Las lentejas. Las legumbres es algo que me encanta, porque como no las cocino, valoro mucho cuando las puedo comer. Si salgo a un restaurante y hay lentejas, da igual cuál sea el plato especial de la casa, voy a pedir lentejas siempre. Me gusta mucho la comida mediterránea, pero si tuviera que elegir algo más exótico, diría que la comida mexicana, me encanta el sabor y la diversidad de picantes.
¿Tienes alguna afición muy marcada fuera del trabajo?
Leo y voy al cine muchísimo y trato de hacer deporte, Bikram Yoga y Crossfit.
‘On The Go’, ‘Poquita Fe’, Seminci, Feroz, Locarno, Bellaria… recientemente, llueven nominaciones, premios y halagos, ¿Cómo los sientes y qué te aportan?
Pues básicamente aportan un reconocimiento que permite seguir interpretando. Los reconocimientos son una forma de generar atención sobre nuestro trabajo que afianzan nuestra confianza. Además, el hecho de acudir a las galas de las nominaciones me permite conocer gente, creadores, y nuevos trabajos nacionales e internacionales que de otro modo sería complicado.

Tu profesión, sea la música o la interpretación, tiene mucho de técnica y de duro trabajo. ¿Podemos aplicar el vocablo “artesanía” -tal y como glù lo entiende- a alguno de tus procesos creativos?
Es una palabra muy especial para mí, porque el oficio artesano se aprende desde abajo y creo que es algo que yo sí he hecho. La película On the go la consideramos artesanal porque la hemos hecho desde el folio en blanco hasta la distribución internacional. Hemos pasado por todos los procesos y eso te permite tener una mirada hacia el oficio muy distinta a cuando alguien te produce, o te paga un desarrollo, o si solo te limitas a realizar una de las partes de la cadena tan grande que es hacer cine.
¿Es difícil ser profeta en la propia tierra?
Bueno, sí, siempre resulta más duro que te vean distinta a otros. La personalidad abulense es desconfiada o escéptica, y eso me ha aportado tenacidad en mi trabajo, porque yo asumía esa desconfianza como punto de partida. Siempre he asumido que lo que hago se entendiera en mi ciudad, por lo tanto, tras veinte años, ver como poco a poco va calando es una ilusión.
En general, ¿cómo ves el futuro de la escena española en los próximos quince años?
No tengo ni idea. Siento que hay muchas líneas, y obviamente la inteligencia artificial va a jugar un papel clave, pero no solo en la escena española sino en todo lo que nos rodea. Creo que estamos ante un cambio de paradigma muy importante y que nadie sabe predecir, pero bueno yo ya me estoy formando. Para mí la IA es una aliada, estoy muy ilusionada y veremos cómo se desarrolla…
Háblanos de De la Puríssima, ¿qué es o qué fue?
Bueno, esto daría para un libro. De la Puríssima fue un proyecto fundamental en mi carrera, sobre todo porque empezó con la crisis económica, yo salía de la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid y no había trabajo de actriz de teatro, y entonces tuve que agudizar el ingenio y generar un proyecto en el que yo pudiera expresar y satisfacer toda esa parte escénica y musical que hasta ese momento no me había planteado. Observé un vacío en el conjunto de las artes escénicas, que no abarcaban el cuplé, y durante una década pude dar rienda suelta a todas mis disciplinas, desde la historia del arte hasta la interpretación, la música, la canción… y funcionó. Miguel Rodrigáñez (la otra parte de De la Puríssima) y yo pudimos viajar con el proyecto desde China hasta Estados Unidos. Fue un proyecto increíble y conclusivo, del que quedan las grabaciones, discos, vídeos accesibles… y ahí queda ese legado que tiene mucho que ver con lo que soy yo ahora.


Nuestro anterior invitado, Inimitez, dejó esta pregunta: Para llegar a lo más alto, muchas veces hay que obsesionarse con lo que hacemos, aunque no siempre sea lo más sano. ¿Sabrías cuándo una pasión se convierte en una obsesión? ¿Dónde está el límite?
Vivimos en una sociedad donde todo se mide en superlativos. ¿Qué es estar en lo más alto? ¿Acaso esa medida no perjudica desde su propia verbalización a quien aspira a ello? Yo creo en la reformulación del éxito. Siento que esa medida de “lo más alto” es inversamente proporcional al disfrute de una pasión. Si trabajara pensando en eso me bloquearía, nunca hubiera hecho una película, una canción, un libro o un disco…
En cuanto a la obsesión y la pasión, reitero, usarlas como fórmula de trabajo es peligroso. Si esa ecuación lleva a lo más alto, no me gustaría estar en la caída.
¿Cuál es el lugar más lejano al que has viajado por trabajo y qué fuiste a hacer allí?
A Adelaida, en el sur de Australia. Fui no hace mucho, invitada por un festival de cine, y en una semana conocí a personalidades del sector, vi muchas películas y viví de primera mano lo que un público tan lejano sentía con la proyección de la nuestra. ¡Ah, y me sumergí con tiburones blancos!.

¿Tienes algún sueño por cumplir profesionalmente o ya lo has cumplido? Háblanos de él si se puede…
Si un sueño es dedicarte a interpretar y hacer música, sí, he cumplido el sueño y estoy en él. Un sueño futuro es poder vivir haciendo cine, que es muy complicado.
¿Nos dejas una pregunta “a ciegas” para el siguiente protagonista?
Sí, ¿qué cambiarías en una capital de provincia española como Ávila o similar, para que hubiera un acceso más fácil a la cultura?